Lo que cuentan las monedas. El Excelente de Granada
- Vanesa Regalado
- 2 mar 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 3 mar 2019
Este es el primer post de este blog, y para ello he elegido uno de los temas más apasionantes, a mi juicio, del trocito de Historia que aquí tratamos: la imagen del poder de los Reyes Católicos en la iconografía monetaria de Castilla. Interesante estudio resulta la comparativa entre las diferentes acuñaciones que se realizaron en el reino desde la coronación de Isabel de Castilla como reina, en el año 1474, hasta el fallecimiento de ésta en el año 1504. Pero poco a poco iremos desgranando en este blog esa evolución.
Ahora nos centramos en la que es la moneda por excelencia acuñada en la época de apogeo del reinado de los Católicos (designados con ese apodo por bula del Papa Alejandro VI en el año 1496), reseña de la Pragmática de Medina del Campo y con la que Castilla dio la espalda a modelos medievales para entrar de lleno en la modernidad que ya imperaba en otros estados.
Los acontecimientos precursores que llevaron a la creación de este pecunio, dos fundamentales: la Conquista de Granada y la Pragmática de Medina del Campo.
La conquista de Granada supuso un hito, no sólo en el devenir de la Historia, sino en la propia biografía, personal y política, de Isabel y Fernando, como reyes y como pareja. Es el culmen de un proyecto común y la alianza que sellaba años de desavenencias. Isabel y Fernando se unieron política y personalmente tras esta conquista; bien es cierto que la Concordia de Segovia de casi veinte años atrás había minimizado heridas abiertas, especialmente en el ego político y varonil de Fernando, pero es tras el cúmulo de acontecimientos posteriores que concluyeron con la conquista de Granada, cuando Fernando afianzó su poder público en Castilla e Isabel "cedió" parte de ese protagonismo.
Desde el punto de vista personal ambos monarcas pasaron a tener el mismo protagonismo, ya que ambos propiciaron y contribuyeron a los hechos y acontecimientos que engrandecieron a Castilla; desde el punto de vista territorial, la cosa cambiaba.
Y la moneda, como fuente documental de primer orden, es un fiel reflejo de esta situación.

A diferencia de las monedas acuñadas con anterioridad, este ejemplar refleja como ninguno la paridad en las figuras de ambos reyes.
En el anverso nos encontramos los bustos de los monarcas enfrentados (izquierda Fernando, derecha Isabel), sin más atributos de poder que las coronas que decoran ambas cabezas (en otras acuñaciones anteriores a la Pragmática, Isabel es la portadora del cetro, como símbolo del poder supremo). Entre ambos bustos nos encontramos el símbolo de la ceca que acuñó el ejemplar, la S, en representación de la ceca de Sevilla, y, alrededor, el lema real FERNANDUS ET ELISABETH DEI GRACIA REX ET REGINA CASTLLE LEGIONIS ARAGONIS (en este caso simplificado a FERNANDUS ET ELISABETH DEI GRA).
El anverso está ocupado en su totalidad por el escudo unificado de los reinos de Castilla y Aragón-Sicilia, ocupando Castilla los cuarteles más importantes (primer y cuarto), destacando así la superioridad de Castilla desde el punto de vista territorial, sobre el reino de Aragón. Y en el pico inferior del escudo, la joya de la corona, la granada, como símbolo de la reciente conquista (este símbolo de incorpora a las acuñaciones a partir de 1497). El escudo está protegido por las alas y las garras del águila, símbolo de San Juan, del que la reina Isabel era devota, y alrededor del metal el lema SUB UMBRA ALARUM TUARUM PROTEGE NOS, en alusión a la protección que ruegan a San Juan (bajo tus alas protégenos).
Por lo tanto, podemos reseñar que a nivel personal, las figuras de Fernando e Isabel se encuentran equiparadas, no así los reinos de Castilla y Aragón-Sicilia, que, siguiendo lo dispuesto en la Concordia de Segovia, el primero siempre tendría supremacía sobre el segundo.
El excelente de Granada, como decíamos al comienzo de esta entrada, marca un antes y un después en las acuñaciones del reino de Castilla durante el reinado de los Reyes Católicos y será el modelo a seguir en las emisiones posteriores de los Austrias mayores, Carlos I y Felipe II, hasta tal punto que serán comunes las acuñaciones denominadas monedas a nombre de los Reyes Católicos.
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